Bien dicen que el amor no se puede regir, no se puede esconder, no se puede planear... y lo comparto, pero si puede decidirse... Una vez que el amor ha llegado a tu vida puedes tomar la decisión de alimentarlo, y hacerlo crecer, o frenarlo y no dejarte vivirlo... buscar tu propia balanza y vivirlo mientras dure, mientras decidas... puede ser el resto de tu vida, o solo una temporada. Esa seguridad que te da el no correr riesgos puede ser sólo un velo que no te permite vivir intensamente.
Buena o mala, tenemos el derecho a tomar la decisión, desgraciadamente muchas veces nos equivocamos y alimentamos un amor adverso que nos hace daño a lo largo de los años y nos anula el entendimiento, pero también la decisión puede ser la correcta, y abrir el corazón dejando entrar sin reservas la felicidad de compartir... decidir que el amor saque lo mejor de nosotros mismos, eso será siempre una señal inequivoca.
Decidir vivir la eterna negociación de renuncias sin egos en busca de una entrega total que construya un puente invisible e indestructible, o adivinar en una lucha contínua por quién gana cual será la consecuencia... dejar que gane el ego de no perder una batalla sin saber que será posiblemente la primera piedra para perder la guerra.
Es saber acompañar y crecer juntos, que una por una las situaciones de la vida nos hacen aprender a compartir, a veces se pierde y a veces se gana, a veces se rie y a veces se llora, pero aun cuando se pierde se aprende y entonces podremos decidir tambien ganar, fácil? seguro que no será, pero... si las cosas fueran fáciles se valorarían igual? podríamos aprender y crecer?... una decisión mas, crecer juntos o perder cada uno... sin dejar de avanzar en esta extraña forma de existir llamada vida.
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